Este 2 de mayo no pude amanecer en mejor lugar para un periodista que en las oficinas centrales de CNN. El día en el que, los que no se durmieron después de las 11 pm hora del este, amanecieron con la nueva de que el hombre más buscado del mundo -tengo mis dudas-, estaba muerto.
Osama bin Laden, el hombre más despiadado para los ojos de algunos, el que planeó el ataque terrorista más mediatizado y de mayores dimensiones en nuestra corta memoria universal había muerto en una operación de marinos de EU en Pakistán tras labores de inteligencia.
¿Y ahora el mundo será un lugar más seguro? ¿Ahora puedo llevar mi gran botella de shampoo en la maleta de mano sin que piensen que llevo algún tipo de explosivo para volar el avión? Días más tarde, cuando para abordar un avión me hicieron meterme a una cabina cilíndrica con los brazos en alto, sin zapatos supe que nada volvería a ser lo mismo. Ni con la muerte de Bin Laden.