martes, 10 de marzo de 2009

A cinco años del 11-M la memoria de las victimas sigue viva

La lucha sigue cinco años después del 11-M
Ha pasado un lustro, pero parece que fue ayer. Una de las heridas sigue en coma, cien
personas continúan recibiendo asistencia psicológica y 16 inmigrantes todavía luchan
por ser reconocidos como víctimas.

Nadia Sanders


El 11-M no fue hace cinco años, fue ayer. La herida no se ha cerrado ni se cerrará nunca. Ha cambiado la vida de madres, de esposas, de novios, de abuelos, de hijos y de toda España, de Europa misma, donde el dolor de la ausencia, del vacío, es ya un tatuaje en el cuerpo del alma, marcado el día en que todos fuimos Madrid.
A pesar de que se han dictado las sentencias y se han entregado más del 99% de las indemnizaciones, Laura G. continúa en coma, los heridos siguen teniendo secuelas y al menos hay dieciséis casos pendientes de inmigrantes que siguen sin ser reconocidos por el Estado como víctimas de este atentado. Pilar Manjón, presidenta de la Asociación 11-M Afectados por el Terrorismo, no necesita arrancar una página en el calendario para saber que se cumplen cinco años In Memoriam del 11-M, como pide que se le nombre. Cinco años desde que le robaron a su hijo Daniel.
En vez de estar en el sillón de su casa llorando la pérdida de su hijo, se ha convertido en un símbolo de lucha por que se haga justicia tanto en los tribunales como en la vida de cada uno de los afectados sin importar el color de su piel ni el idioma o el acento que hablen.
“Después del 11-M no tengo vida –sentencia con voz que llega al alma–. La asociación se ha convertido en la parte de mi vida que me robaron”. A finales de febrero, Pilar comenzó a hacer las llamadas a las autoridades pertinentes (“para que nadie diga que no queremos ir a los actos que organizan”), pero no ha sabido hasta el 2 de marzo de un solo evento programado ni por parte de Moncloa ni de la Comunidad de Madrid de ceremonia alguna para el día 11-M. “Nosotros no queremos actos ni fotos ni nada…”, aclara a Tiempo con el temple que a Pilar le caracteriza y que le ha llevado a ser reconocida como una voz representativa de las víctimas del 11-M. “Después de varias llamadas y sin recibir respuesta, imagino que deben estar muy ocupados con las elecciones”, dice con una gota de ironía.
Y por ello ha definido ya con los integrantes de su asociación la jornada del 11-M, en la que visitarán la calle Téllez, donde se dio el segundo atentado con tres bombas que se cobraron la vida de 65 inocentes. Asegura que será algo muy sencillo, colocarán a las 12.30 horas del día una ofrenda con 191 rosas blancas y soltarán el mismo número de globos con las siglas de los fallecidos. Leerán poemas y acudirán al acto que organizan los sindicatos y la asociación de actores. Entre tanto, Atocha tampoco duerme, aquí parece no haber pasado nada. La gente sube, sale, espera, visita tiendas, entra al metro, sale del metro, los extranjeros preguntan en su idioma y les responden en castellano.
Los trenes no cesan de expulsar y tragar viajeros. Faltan pocos días para el In Memoriam y un visitante extranjero se acerca curioso y quiere conocer dónde fue el atentado, dónde está la cicatriz de Atocha. La referencia es un salón que da a un cilindro de cristal erigido como monumento a las víctimas. El paso está cerrado por remodelación hasta la próxima semana, le dice una policía. “Aquí ya no hay nada. La bomba estalló en la vía dos, pero la vía ya está bien”, le dice la uniformada tratando de ubicarlo en la realidad, en el hoy.
¿Se ha hecho justicia?
Para Pilar Manjón, el papel del poder judicial ha sido lamentable: “La sentencia ha dejado bastante que desear”. Apunta con indignación que “lo que ha habido es una lucha partidaria de las víctimas del 11-M, a la cual no hemos querido entrar, y por no querer entrar yo creo que nos encontramos donde nos encontramos”.
La asociación tiene siete sumarios abiertos ante la Audiencia Nacional y un recurso ante el Tribunal Constitucional. Con resignación, afirma que no van a ganar nunca, pero que ya están en la redacción de una iniciativa para que los delitos de terrorismo no prescriban. Los ejemplos más indignantes para Manjón han sido la baja condena de Rabei Osman
Sayed, el Egipcio, en Italia, pues no se le condenó debidamente por los delitos cometidos el 11-M. Cita con la garganta seca la extradición a Marruecos de Hassan el Haski, cuando el Gobierno del continente africano no ha accedido a trasladar a
Abdelilah Hriz, presunto autor material de los atentados.
El papel del Gobierno
El apoyo de la Comunidad de Madrid es selectivo y los apoyos gubernamentales a la asociación provienen de los ministerios del Interior y de Trabajo. Los retos permanecen. Si bien ya lograron el reconocimiento de 644 víctimas ante la Audiencia
Nacional, muchas de ellas inmigrantes, las asociaciones han heredado los problemas ante la falta de atención igualitaria por parte de las autoridades a todos los afectados.
En las oficinas de Pilar Manjón se habla búlgaro, rumano, conocen el acento de Ecuador o de Bolivia. Todavía hay dieciséis inmigrantes en su asociación que buscan ser reconocidos como víctimas. Para el Gobierno todo está más que arreglado. El
Ministerio del Interior asegura que en casi el 99% de los casos se han pagado las indemnizaciones reclamadas. No hay pendientes.
Las huellas psicológicas
Del seguimiento psicológico se entregó después de la sentencia un informe a la Comisión Europea por parte del Colegio Profesional de Psicólogos de Madrid sobre la situación de las personas que se tuvieron que enfrentar a los autores de la masacre durante el juicio. El momento más difícil fue cuando tuvieron que conocer las sentencias. La experiencia ha servido para crear un manual de atención para que profesionales de la psicología puedan preparar a las víctimas ante un hecho como
éste, explica a Tiempo Syra Balanzat, psicóloga de la Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11-M. “Después de cinco años se ha reducido considerablemente la intervención. No ha habido seguimiento. No hemos vuelto a tener noticias de nada”,
añade. Hoy por hoy, solamente reciben ayuda unas cien personas.
El seguimiento psicológico de las víctimas ha concluido como proyecto institucional, salvo en casos aislados. La experta advierte de que después de tres años del atentado un hombre se acercó a la asociación por no poder superar las pesadillas o los recuerdos, pero su tratamiento llevará más tiempo y será más costoso para él por no haber solicitado ayuda en su momento. Hay personas para quienes la tragedia no ha pasado, para quienes el 11-M no fue hace cinco años, sino ayer.
Mientras haya víctimas, para los afectados hay 191 motivos para luchar cada día.

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