sábado, 13 de junio de 2009
Qué calor, tío
Madrid está a más de 30 grados Celsius en la sombra. Las calles se derriten. El aire acondicionado de los autobuses son un oasis si se comparan con el metro donde los aromas abundan. Se podría decir que la ciudad es más hermosa en primavera. Las plazas públicas se llenan de turistas que se sientan sobre cualquier manta solo para descansar mientras se comen un bocadillo de salchichón. El Parque del Retiro es un escaparate de chicas en bikini o topless, muchas de ellas no son originarias de España, que se tiran en el pasto para obtener un ligero bronceado, aunque sus piernas queden rojas. La Plaza del Sol siempre estará llena de gente. Sólo que ahora hay más estatuas humanas, El Oso sigue siendo el punto de referencia para las citas de extranjeros y madrileños, de las mafias madrileñas y de los amigos de lo ajeno. Dan ganas de meterse a la fuente de La Cibeles, de agarrar a manguerazos a los que hacen picnic en El Retiro, de suspenderse en el aire sobre al inmenso chorro de agua que está frente al Palacio de Cristal. En las plazas públicas se puede beber de noche siempre y cuando la policía municipal no llegue a aguarte la fiesta. Es la opción para muchos comprar una cerveza de a litro en una tienda de chinos, los únicos audaces a quebrar la ley, y envolverla en una bolsa de plástico para beberla en la plaza. Es tres veces más barato que beber una caña en un bar. Qué linda es Madrid en el verano.
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